En general a los jóvenes de Estados Unidos les ayuda el pasaporte comunitario para emigrar a Europa, pero no es el caso de Brenden Aaronson.
La clave es su «bajo» costo. Arreglar eso en la Liga MX no lo harán ni los clubes ni la FMF. Dependerá de los jugadores y sus agentes,
Primero que nada, tenemos que ir más allá del simple «los clubes mexicanos deberían pedir menos por los jugadores».
Los clubes no tienen obligación (ni motivación) de pedir menos para que cada una de nuestras promesas se vaya a Europa, aunque beneficie a la selección. El objetivo principal de un club de la Liga MX no es enviar jugadores a Europa ni proporcionar grandes jugadores a la selección.
Siendo estrictos, ni siquiera lo es ganar títulos. El objetivo número uno de todo equipo profesional es la rentabilidad. Por tanto, los clubes deben maximizar sus activos -los futbolistas-, tanto a nivel deportivo en la cancha como a nivel económico a la hora de un traspaso.
La fortaleza del mercado mexicano hace casi imposible «dar facilidades» para que un jugador salga a Europa. Pachuca no venderá por 5M al jugador por el que Chivas ofrece 15. Chivas no rebajará si Monterrey cubre los 15. Y Monterrey preferirá recuperar su inversión vendiendo a la MLS, que siempre ofrecerá mucho más por un mexicano que Europa.
Pizarro es la regla, y no hay excepciones. Suena sencillo «deberían vender por 5M y quedarse un porcentaje», pero la realidad es que ese porcentaje es una apuesta demasiado arriesgada contra la certeza de los 10M que pueden pagar varios de los poderosos de la Liga.
Y esos poderosos tienen aun menos incentivo para vender. Los clubes de EEUU sí tienen que aceptar esas ofertas porque (a excepción de los «jugadores franquicia») la MLS aún es una liga económicamente débil. Sus presupuestos son limitados, el mercado interno no da para grandes traspasos y los salarios son por lo general bajos. Brenden Aaronson, por ejemplo, ganaba 70 mil USD al año con el Philadelphia Union, el equivalente a 125 mil pesos al mes.
Incluso en el Ascenso MX los sueldos eran superiores, hasta antes de la pandemia, al menos. En México, cualquier jugador que sube de la sub20 al primer equipo y destaca puede aumentar su sueldo exponencialmente en cuestión de semanas.
La estructura de la MLS no permite esos aumentos repentinos. Esa es la clave que hace la diferencia. El mexicano gana muy bien desde muy joven, lo que a su vez le ata a largo plazo con su club, que solo le dejará ir por una gran oferta.
El estadounidense no tiene incentivos para firmar un contrato largo a los 18, por lo que si llega una oferta importante su club debe aceptarla.
¿Cómo romper este ciclo? Siguiendo el ejemplo de Eugenio Pizzuto y Alejandro Gómez. La única forma de forzar una salida pronta a Europa es aguantar la tentación de renovar en la Liga MX y forzar así al club a aceptar una oferta en incentivos y porcentaje de venta futura.
Decirlo es más fácil que hacerlo. Por más que el sueño del futbolista mexicano sea jugar en Europa, que el club ofrezca pasar de ganar 10 mil pesos a 300 mil es algo muy difícil de rechazar, en especial cuando hablamos de jugadores provenientes de estratos socioeconómicos bajos.
Aquí es donde entran en juego los agentes. Como en el caso de Pizzuto y Gómez, la tentación se puede resistir si ya está en la mesa la posibilidad firme de emigrar.
Es clave que el representante consiga la oferta de Europa antes de que la presión por renovar en México gane.