Hace días veía este gráfico en las respuestas a quienes me decían aterrados que querían su mascarilla. Pareciera que pasé al lado del pánico.
Se pierde mucha información entre el ruido, pero el coronavirus es una crisis real que está pegando muy duro donde se reaccionó tarde.
Reitero, es un error querer usar mascarillas en todas partes o asumirse como contagiado cuando el porcentaje de la población que se ha infectado aún es minúsculo.
Pero sí se tienen que tomar acciones para impedir que los casos crezcan en México. Cuando lo hagan, será de forma exponencial.
Si me contagio yo, hombre sano en mis 30’s, probablemente no seré un caso grave. Quien me está leyendo seguramente está en ese grupo de bajo riesgo.
El peligro mayor no está en que tú o yo nos contagiemos, sino en la saturación del sistema sanitario, como ha ocurrido en Italia y empieza a pasar en España.
La baja tasa de letalidad del coronavirus hace que muchos lo minimicen, pero al crecer exponencialmente un caso grave hoy se convierte en 10 en unos días y en poco más llega a 100, 200, etcétera.
En un punto se acaban las camas de hospital y doctores para atender a todos los graves.
Al llegar a este punto, casos que no deberían ser letales también terminan en fallecimientos porque no hay suficiente personal e instalaciones para tratarlos.
Esto no solo afecta a los contagiados, sino a enfermos de todo tipo. El cáncer no toma vacaciones por el coronavirus.
Es por eso que se requiere extremar precauciones, para al menos ralentizar el aumento de contagios.
En el nivel personal, lo que ya se sabe: lavarse mucho las manos y en lo posible evitar aglomeraciones.
Cierto que México no está a punto de la cuarentena total. Pero no deberíamos esperar a necesitarla para que gobierno e instituciones actúen.
Postergar eventos masivos no prioritarios, favorecer el trabajo a distancia, parar clases. Hay medidas «intermedias» que pueden ayudar mucho.
No se trata de pegarle al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Lo mismo pediría si estuviera Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón.
Insisto, el problema principal con el coronavirus no es su letalidad, sino la saturación que causa al sistema de salud de la ciudad, región o país en el que se dispersa.